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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Estabilizante E-407

Ayer estaba preparando un guiso con patatas,  agarré un par de ellas para pelarlas,  y cual fue mi sorpresa al comprobar que en la malla de tres kilogramos del útil tubérculo había un Picasso.  Ya  no saben que hacer para estafar al consumidor.  Te dicen que son tres kilogramos de patatas;  pero adulteran el peso para que pages más por menos.  Lo mismito que con el marisco. Hoy mismo,  compré un kilogramo de coquinas,  y resulta que entre los bivalbos había una onza de oro.  Quizás por eso me costó dos mil euros,  la cuestión es que al final no te estás comiendo un kilo de coquinas. No me imagino a ningún marchante vendiendo tres kilogramos de la obra de Picasso,  y para adulterar la venta te meten una patata,  al final no te llevas tres kilogramos de arte. Seguro que Winston Churchill tendría alguna cita para definir esta situación.  Creo que es la personalidad histórica con mejores citas,  al menos para mi gusto.  Si aún viviese seguro que Florentino Pérez lo fichaba para vender

La tormenta del alma

Retrepado junto a la chimenea, el primer día de febrero, acosaba y escudriñaba por quincuagésima vez mi ejemplar favorito de Edgar Allan Poe, “El gato negro”, cuando un cuervo del color de la noche comenzó a perforar mi curiosidad con su pico sobre el cristal de la ventana. ¿Qué buscaba?  ¿Qué querría?  Mi cabeza se acercaba a mis hombros, mientras mis ojos apenas podían otear por encima del libro. Una vez, y otra, y volvía a picar con la insistencia de las olas sobre el rompiente. Me negaba a moverme del sofá, junto al fuego, con la única claridad intermitente de la tormenta, con la perseverancia del maldito cuervo que no cegaba en su intento de entrar en la habitación. ¿Por qué? ¿De dónde procedía ese deseo? ¿Acaso vendría a por mi alma? ¡la muerte! Entonces sentí el alivio del ejecutado, mi pena había llegado a su fin. Con la poca voluntad que en mi cuerpo se albergaba tomé el camino hacía ventana, la abrí de par en par dejando que el viento y la torme

Negación

¿Estamos solos en el universo? Y lo más importante, ¿tendrán un poco de sal? Anduve toda la mañana paseando de un lado para otro, meditando sobre esta posibilidad y otras más cercanas a mi ser, cuando caí en la cuenta de que me encuentro sumergido en una gran fase de negación. O no. Lo cierto es que es un momento de negación total. Me pongo delante del espejo y no me reconozco, me coloco delante de la pared y sigo sin reconocerme. Me imagino que es un mecanismo de defensa, ayer mismo tuve un conflicto externo. Me encontraba en mi banco de confianza, en el que robo todas las semanas, cuando una pareja de policías armados y recién salidos de la peluquería se dirigió a mí: -Caballero, suerte el arma. -¿Y quién me garantiza que no la va a coger usted? ¡O esa señora del fondo que no para de mirarme! (aprovecho para flirtear con la señora) -Mi-mi arma es mucho mejor. -¡Ha dudado! No pienso soltarla. -Caballero-se dirige a mí el otro policía- suelte el

Se alquila

Cae la tarde,  el ritmo de la ciudad se ralentiza y poco a poco comienza a llover.  Sería una tarde ideal para dedicarse a oler chocolate caliente,  comprobar como cada poro de las galletas que sumergo en la taza se inunda de cacao. Los hermanos Karamazov no paran de hacer ruido en el piso de arriba,  parece que una segadora cercena el libre albedrío,  ¿quién elegirá mi ropa ahora? Desde la cocina se escucha el ir y venir de los Corleone,  una gente muy activa,  no sé a que se dedicarán;  pero no paran de escuchar  Rockin In The Free World.  Una planta muy animada. Me encanta la terraza,  unas vistas geniales.  Godzilla no hace lectura comprensiva,  no asimila que los carteles de la entrada no le permiten la entrada sin casco en la industria química de Osaka,  al final lo termina devastando todo con su aliento atómico.  La frustración es el primer paso para que un monstruo de origen radiactivo destruya una ciudad. Cuatro dormitorios,  dos cuartos de baño,  cocina y una amplia terra