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Mostrando entradas de febrero, 2011

Rumbo al éxito.

El hecho de embarcarme en este viaje no ha sido un acto gratuito, creo que se trata del crucero con mayor densidad de productores de cine de los siete mares. Hace dos noches intenté colarme en el camarote de los productores Garden & Smith, se dice que formaban un gran dúo, sin embargo comenzaron a distanciarse debido a la muerte del segundo, pequeñas incompatibilidades. Garden siente predilección por las faldas, así que tomé “prestado” parte del vestuario de las empleadas. La idea debía llevarme al éxito pero fui descubierto en el proceso de camuflaje, justo cuando mi imagen se tornaba hacía Venus alguien entró en la habitación y se produjo una situación muy violenta; mis zapatos no pegaban con mi falda. Tras escapar del tornado de violencia que se dirigía hacía mí me refugié en un bote de salvamento, allí pasé toda la noche al amparo de una botella de ginebra que se encontraba guardada en el atuendo que sisé para la misión. Con la tregua de la mañana abandoné mi bastión y

Rosas y chocolate.

Un fogoso amante entra en la casa de su par de fiestas con un ramo de rosas rojas y una caja de bombones. Pablo: ¡Amparo! ¡Cariño! Amparo: ¿Qué ocurre? ¡Ay! ¿Eso es para mí? Pablo: Claro mujer, hoy es nuestro día. Amparo: (devuelve el detalle con un beso en los labios de Pablo) Muchas gracias. Pablo: No podía dejar pasar la fecha sin traerte un presente. Amparo: Muy amable, has acertado con las flores, me gustan de este sabor. Pablo: El caso es que las flores… Bueno, déjalo. Amparo: Me has pillado en mitad de la limpieza, ¿quieres tomar algo? Pablo: No, siéntate. Tenemos que hablar. Amparo: ¿Cómo? ¿Qué tienes que decirme? Pablo: Vayámonos de este lugar. Estoy harto de la espiritualidad de esta ciudad, de este país, de este continente. La sociedad me oprime, me ahoga, asfixia mis ganas de tener un gran coche aparcado en la puerta de mi mansión. ¿A dónde se dirige la humanidad? Amparo: Pero no te entiendo Pablo…

Mad Men.

Tenía pensado escribir este texto en tercera persona, pero como no he encontrado a quien parasitar tengo que limitarme a escribirlo en primera persona, aunque ahora que lo pienso… no voy a seguir inundando vuestra materia gris con mis divagaciones. Ayer tuve un día ajetreado en la oficina, a primera hora de la mañana apareció un cliente demandando mis servicios. El tipo vestía con estilo, muy elegante. Traje y corbata en tonos tierra, un bastón de madera de roble, gemelos a juego y unos zapatos con forma de cabeza de tigre acolchados para el invierno. Muy elegante si no fuese por el sombrero de ala ancha, un tanto sórdido desde mi punto de vista. Sin dejarme mediar palabra se avalanzó sobre mis sentidos, el individuo bailoteó para presentarme su producto, había venido a mi oficina con la intención de que crease una nueva línea publicitaria para vender sus zapatos. Al ver bailar a ese individuo comprendí que los oligofrénicos saben bailar igual de bien, aunque no lo parezca. E