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Mostrando entradas de junio, 2011

Una tarde en el museo. Fin.

Sig se da la vuelta para comprobar la situación de Annette. Sig: ¿¡Annette!? ¿¡Annette!? ¡Se ha marchado! (se agacha para recoger el chaleco lleno de barras de gelatina) Se ha ido y ha dejado aquí el chaleco lleno de explosivos. Que ironía, al final quedo como el único representante de una idea que me pareció disparatada desde el principio. Bueno, muerto el perro se terminó la rabia, solo me queda marcharme a mi casa. Espero que mis próximas vacaciones sean menos movidas que estas... Sig toma la dirección de la salida cuando una voz proveniente del fondo de un megáfono llama su atención... Megáfono: ¡Salga con las manos arriba! Sig: ¿Cómo? ¿Pero esto qué es? Megáfono: Atendiendo estrictamente a su pregunta, esto es una obra de teatro, micro teatro. Sig: No, me refiero a la situación en si. Megáfono: ¡Ah! Es un proceso mediante el cual yo le digo que salga con las manos en alto y después lo detenemos, vamos, que somos la policía. Sig: ¿¡Cómo!? ¡Pero si yo no he hecho nada! Megáfono: Es

Una tarde en el museo. V

Sig: ¿¡Estás loco!? ¿Cómo sigues con el juego? Thomas: Tranquilo, esto solo es gelatina, no hay ningún problema. ¡Pero me tienes que ayudar! Si Annette se entera de que es una farsa me dejará para siempre, tienes que ayudarme a conquistarla.. Sig: ¿¡Ayudarte a conquistarla!? Mi avión sale en tres horas, me tengo que marchar. Sig hace el ademán de marcharse pero Thomas lo retiene agarrándolo por el brazo. Thomas: No puedes hacer eso. Sig: ¿Por qué? Thomas: Para darle más importancia al asunto he avisado a la prensa. Sig: ¿Qué has hecho qué? Annette se da la vuelta y abandona la contemplación del cuadro. Annette: Sig, no veo ningún mensaje. Sig: Estás mirando la esquina equivocada Annette, es la superior derecha. Annette: Como digas, pero creo que aquí no hay nada... Annette vuelve a inspeccionar la obra. Continúa el diálogo en voz baja de Sig y Thomas. Sig: Repítemelo, ¿has llamado a la prensa? Thomas: Sí, Annette me

Una tarde en el museo. IV

Annette: (Con un tono más complaciente y relajado hacía Sig) Siempre fuiste un bohemio, un amante de la libertad. Sig: No te imaginas las piernas que tiene la libertad. Annette: ¿¡Cómo!? Thomas: ¡Voy a apretar el interruptor! ¡Mi vida no tiene sentido! Sig: Bien visto no te falta razón, pero no creo que sea necesario montar este melodrama. Annette y tú podéis hacer todo esto por internet, hoy en día se pueden visitar museos desde casa, bastaría con destrozar el monitor. Annette: No cambies de tema Segismundo, ¿tienes una cita? Sig: (Nervioso y tartamudeando) Bue, bueno, quizás. Annette: (enojada)¡Lo sabía! Thomas: (Se acerca a Sig visiblemente enfadado) ¡Maldito filósofo de pacotilla! Annette estaba a punto de comenzar una relación conmigo, ¡lo has fastidiado todo! Sig: ¿¡Cómo!? ¿Qué entiendes tú por cortejo? He visto protocolos nucleares con menos riesgos. Annette se va a una esquina del escenario y deja a Thomas y Sig debatiendo

Una tarde en el museo. III

Sig vuelve al plano del escenario. Sig: ¿Infelicidad? Los conceptos evolucionan con el tiempo, hace quinientos años un individuo era feliz si llegaba a los treinta con todos sus miembros útiles y al menos los dientes de arriba, ahora el concepto de felicidad ha cambiado, la felicidad viene definida por el tiempo que transcurre desde que te congelan el sueldo hasta que suben los impuestos. Thomas: ¡Porque estamos inmersos en el sucio capitalismo!, tenemos que abandonar este modelo. Sig: Pero eso no puede ser, no podemos funcionar con autosuficiencia y buenas intenciones. Annette: Tienes una visión muy pragmática de la vida, hemos sido guiados por individuos muy codiciosos en estos últimos años, el mundo necesita más esperitualidad. Sig: Eso choca de frente con mis ganas de tener una televisión de plasma. Thomas: ¡Hay que desligarse de ese tipo de deseos materiales! Sig: (ligeremente indignado) Pero... ¿¡qué está ocurriendo aquí!? En la agencia de viajes me dijeron: con es

Una tarde en el museo. II

Annette: ¿Cómo puedes estar tan seguro de lo que dices? Sig: Si crees que estoy equivocado pregúntale a la invocación. Annette: ¿Qué invocación? Sig:Me la han regalado con el móvil. La verdad es que no saben que inventar, ¿qué va a ser lo próximo? ¿Un sistema económico que funcione? Tengo tarifa de invocación hasta noviembre. Annette: (Mirando al techo) ¿Y qué tengo que hacer? ¿Quién está al otro lado? Sig: Sir Isaac Newton. Annette: ¿Sir Isaac Newton? S.I.N :(se escucha una voz profunda que procede de la nada) ¿Alguien tiene una manzana? Sig:(en voz bajita) ¿Lo ves? (con tono normal) Creo que tiene falta de fósforo. Annette: Sir Isaac, me pregunto si todas las afirmaciones que está llevando a cabo Sig son ciertas. S.I.N: Por supuesto que lo son, si me lo permiten me tengo que marchar, dejé la física por la repostería y tengo una tarta en el horno, el pastel de manzana es mi plato estrella. La voz se esfuma y Annetta y Sig vuelve

Una tarde en el museo. I

Una mujer de menos de 30 años de encuentra observando un cuadro en un museo cuando un varón de similar edad la reconoce y comienza el diálogo a los pies del lienzo. Sig: (Entra en la estancia y reconoce a Annetta, aunque se acerca a ella con miedo de errar el saludo) ¿¡Annetta!? Annetta: (Se vuelve hacía Sig) ¿¡Segismundo!? Sig: Baja la voz, podrían escuchar mi nombre completo, (Se dan un abrazo mientras ella aprueba el comentario de Sig con una amplia sonrisa) Annetta: Siempre igual Sig. Sig: ¿Qué tal? Veo que sigues igual de bella y con ese maravilloso acento francés ¡Eres la última persona que esperaba encontrar aquí! Annetta: Estoy pasando unos días en la ciudad, y me dije: Annetta, tienes que ir a ver la exposición al museo. Sig: Que curioso, yo también estoy pasando unos días en la ciudad ¡Qué forma tan increíble de sincronicidad! Carl Gustav Jung estaría orgulloso de nosotros. ¿Qué te parece si lo celebramos tomando un café? Annette: M

El volcán de las vanidades. II

En ese momento el nativo bajito levanta un garrote que portaba en la mano derecha y golpea en la cara del capitán, agitando todos sus pensamientos y provocando una herida en su cara. Capitán: (con una mano en el rostro) ¿¡Pero qué hace!? Nativo bajito: Lo siento, pero existe una profecía en nuestra tribu. La historia cuenta que un hombre de ultramar traerá la bonanza económica y la Nocilla de fresa a nuestra isla. Capitán: ¿Y bien? Nativo alto: (Observando el rostro del capitán) ¿Qué opinas James? ¿Es ese el rostro? Nativo bajito: Negativo Alfred, tras el golpe del garrote debería haber aparecido la cara de Richard Gere. Nativo alto: Entonces… El volcán deberá decidir sobre su propuesta. Capitán: (con la mano en la cara) ¿¡El volcán!? ¿Acaso no hay ninguna fuerza política en la isla? Nativo bajito: Teníamos alcalde y concejal de urbanismo, pero ambos fueron juzgados por el fuego del volcán. Es una tradición con mucho arraigo en nuestra cultura.