Cruzadas
Dos
soldados emprenden su camino a las Cruzadas, abandonando las calles
de su localidad natal.
Andrés:
¡Maravilloso! Simplemente maravilloso.
Paula:
¿Qué te pasa?
Andrés:
¿Qué me pasa? ¿No lo ves? Han cerrado la cafetería de la
esquina.
Paula:
Es normal.
Andrés:
¿Cómo qué es normal?
Paula:
Vamos camino de las Cruzadas, no quedará nadie para tomar café.
¿No ves que no hay nicho de mercado?
Andrés:
Pues siempre he vigilado mejor con un poco de cafeína en el cuerpo.
Paula:
Eso es lo de menos, ahora hay problemas mayores.
Andrés:
¿Cómo cuales?
Paula:
¿Cuáles? Vamos, no lo puedes estar diciendo en serio.
Andrés:
Sí, dime uno.
Paula:
Está bien... la esperanza de vida.
Andrés:
A ver...
Paula:
La esperanza de vida en este pueblo es de siete años, los niños
se apuntan a los viajes del Imserso a los cinco años.
Andrés:
Es verdad... para eso vamos a una guerra, para mejorar los seguros
sociales.
Paula:
Claro, y no te olvides de la paridad laboral.
Andrés:
Sigo sin ver el tema de la cafetería. Estoy seguro de que tiene
futuro a pesar de la guerra.
Paula:
Olvídate de ese tema, tienes que centrarte.
Andrés:
Estoy centrado, no te preocupes.
Paula:
No, no lo estás. Siempre te ocurre lo mismo. Dejaste el FP de
electrónica, el empleo en la copistería y el negocio del pescado
congelado, ¡no estás centrado!
Andrés:
Ya salió el tema, ¡cómo no! Que si no estudio, que si no
trabajo. Siempre lo mismo.
Paula:
La gente habla, es muy triste ser un Nini en el siglo XII.
Andrés:
¿Quién es un Nini?, oye voy camino de una guerra. ¿Te parece
poco?
Paula:
¿Y después?
Andrés:
¿Después qué? Mira, solo quiero pensar en la guerra. Tengo
cierto respeto a las flechas y las espadas.
Desembocan
en una plaza dónde hay un grupo de gente escuchando a un charlatán
que se eleva su posición sobre unas cajas de madera.
¡Y
el armagedón caerá sobre el jefe de la T.I.A y no dejará más que
cenizas y escombros! Página 44, publicación 192 de Mortadelo y
Filemón; abro comillas, La litrona ¡Vaya mona! cierro comillas.
Ambos se acercan al grupo de gente que
escucha con atención.
Andrés:
Parece que tenemos que parar.
Paula:
¿Qué es esto? Oiga, alegre campesino, ¿qué es esto?
Alegre
campesino: Anda y que te jodan.
Andrés:
Déjalo. Parece un charlatán de los que habla del fin del mundo y
remedios para quitar las manchas de chocolate de las camisas.
¡Insensatos!
Dejad que la mancha se endurezca y después raspad el exceso de
chocolate sobre la tela con un cuchillo sin filo.
Andrés decide dirigirse al charlatán
aprovechando la cobertura del gentío.
Andrés: ¡Eh! Deje de soltar esa cantidad de mentiras por la boca,
no hay fin del mundo ni mancha de chocolate que se le pueda resistir
a un soldado que lucha por su fe.
Charlatán: ¿¡Quién ha dicho eso!?
Paula: ¡Cállate! Sigamos nuestro camino.
Andrés: Creo que nos ha visto.
Paula: No mires para atrás, corre.
Charlatán: ¡Eh! Os he visto.
Andrés: No pares.
Charlatán: Parad. ¡Ahora!
Andrés: ¿Se refiere a mí?
Charlatán: Sí, a ti.
Andrés: ¿Y qué quiere?
Charlatán: No eres lo suficientemente funky para dirigirte a mí.
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El Jes Extender es el opio del pueblo.
Al salir cierra la puerta que se escapa el gato.