Golpe de verano.
Dos
fulanos de tal hablan sobre un trabajo que deben ejecutar en las
próximas horas...
Antonio: Hazme caso Bill, es su mano derecha y confía plenamente
en él.
Bill: En ese caso no habrá que dudar. Yo confío plenamente en mi
mano derecha, paso mucho tiempo con ella.
Antonio: Escúchame. En la parte de atrás hay una entrada, junto a
la puerta de descarga hay una puerta de seguridad de color marrón
que puedo hacer que esté abierta a la hora del golpe.
Bill: ¿Tu contacto es seguro?
Antonio: Es de total confianza. (le suena su teléfono) Sí.
(dirigiéndose a Bill)
Bill: ¿Quién es?
Antonio: Es mi contacto (vuelve a la conversación telefónica)
¿Seguro? (otro paréntesis sería excesivo) Está bien, lo tendré
en cuenta. Mi contacto me comunica que el tribunal de cuentas de la
Haya dejará de contar con los dedos en 2013.
Bill: Entonces solo nos queda fijar la hora a la que vamos a actuar
y elegir al equipo adecuado.
Antonio: Tiene que ser a primera hora del día, justo cuando
termine la descarga del material tendremos unos diez minutos hasta
que el equipo de trabajo se marche.
Bill: Ok, nos veremos aquí a la hora fijada.
Antonio: Perfecto, hasta dentro de unas horas, socio.
Unas
horas más tarde Bill espera apoyado en el filo de una esquina la
llegada de Antonio, la esquina espera apoyada sobre Bill la llegada
del fijacarteles.
Bill: Ya era hora, llevo un rato esperándote.
Antonio: ¿Quieres un cigarro? Estoy un poco nervioso. ¿Por dónde
empezamos?
Bill: Eso son demasiadas preguntas. La entrada está libre, ya me
he encargado del tipo de la puerta, también me he encargado del
vigilante del piso de arriba y he fregado la cenefa de la cocina. No
te imaginas cuanta pringue había en esa cocina.
Antonio: ¿Lo has liquidado?
Bill: Un hombre tiene que tomar las decisiones que un hombre tiene
que tomar.
Antonio: Entonces solo nos queda colarnos y hacer nuestro trabajo.
Bill: ¿¡Cómo!? ¿No lo traes hecho?
Antonio: No, ¿y tú?
Bill: ¡Claro que lo traigo hecho! Cincuenta líneas sobre cómo me
ha ido el verano.
Antonio: Pero, pero...
Bill: Ni pero ni nada, ¡así nunca vamos a conseguir el graduado!
Antonio: Me pareció leer que lo podíamos hacer en clase.
A
lo lejos, se empieza a distinguir el brillo de una placa que viene
acompañada de la cadencia de un agente de la ley que se acerca paso
a paso, poco a poco, centímetro a centímetro, inspiración a
espiración, sístole a diástole y al final se marcha. Pero parece
que vuelve, ahora se marcha otra vez, se asoma por la esquina y
pega un carrera al cien por cien de su capacidad hasta que para al
frente de Bill y Antonio.
Agente: Gente sospechosa en un sitio sospechoso a una hora
sospechosa. ¿Qué lleváis encima pichones?
Antonio: Yo no llevo nada, agente.
Bill: Además de forma literal.
Agente: ¿Cómo dice? Usted, solo responda si le doy permiso.
He recibido un aviso de que alguien ha intentado entrar en este
colegio para entregar unas redacciones fuera de plazo...
Bill: ¡Antonio, corre!
Ambos
corrieron sin descanso hasta dejar al agente atrás. La suerte
eligió diferentes destinos para los huidos y el perseguidor pero el
mismo para los huidos, con lo cual les fue imposible compartir el
baño al mismo tiempo y ambos perecieron al implosionarles la vejiga.
El agente murió ahogado al ser operado de cataratas en época de
lluvias.
A quién se le ocurre operarse de cataratas en época de lluvias... je je je... qué bueno...
ResponderEliminarA mí una vez se me implosionó el chochete de ganas de polvete.
ResponderEliminarSi es que no le dejan a uno educarse a su antojo... Pronto esta escena dejará de ser un delirio y volveremos al catetismo ¿o era catecismo? Besotes.
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