El oso polar

Mi madre,  mi querida madre,  siempre quiso aprender a montar en bicicleta. Una mañana de verano arrinconó su miedo a un lado de su corazón y salió a la calle para cumplir su sueño.  Pero era jodidamente retrasada,  y confundió la bicicleta con un oso polar de dos metros de altura y quinientos kilos.  Y ya os podéis imaginar;  ella bebía mucho,  no había montado en oso polar nunca...  A los pocos kilómetros de empezar la marcha tomó una curva con exceso de velocidad y chocó de frente contra otro retrasado mental que confundió el nihilismo con una cabra.  Ambos vehículos explotaron,  ambas almas volaron.
Descansen en paz. 
Por cierto,  vendo una silla.  Ideal para sentarse.

Comentarios

  1. Me ha encantado este relato, de verdad. felicidades¡¡

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  2. Muchas gracias, Amapola. He visto que tienes muchos blogs, espero poder visitarlos.
    Saludos.

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  3. Admiro tu capacidad para imaginar y hacer reír por el mismo precio

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  4. ¿Precio? ¿¡Dónde está mi dinero!? :)

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El Jes Extender es el opio del pueblo.
Al salir cierra la puerta que se escapa el gato.

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