Rosas y chocolate.


Un fogoso amante entra en la casa de su par de fiestas con un ramo de rosas rojas y una caja de bombones.

Pablo: ¡Amparo! ¡Cariño!

Amparo: ¿Qué ocurre? ¡Ay! ¿Eso es para mí?

Pablo: Claro mujer, hoy es nuestro día.

Amparo: (devuelve el detalle con un beso en los labios de Pablo) Muchas gracias.

Pablo: No podía dejar pasar la fecha sin traerte un presente.

Amparo: Muy amable, has acertado con las flores, me gustan de este sabor.

Pablo: El caso es que las flores… Bueno, déjalo.

Amparo: Me has pillado en mitad de la limpieza, ¿quieres tomar algo?

Pablo: No, siéntate. Tenemos que hablar.

Amparo: ¿Cómo? ¿Qué tienes que decirme?

Pablo: Vayámonos de este lugar. Estoy harto de la espiritualidad de esta ciudad, de este país, de este continente. La sociedad me oprime, me ahoga, asfixia mis ganas de tener un gran coche aparcado en la puerta de mi mansión. ¿A dónde se dirige la humanidad?

Amparo: Pero no te entiendo Pablo… Desde pequeños no educan para crear una sociedad más justa y accesible para todo el mundo, ¿por qué dar este giro tan grande a nuestras vidas?

Pablo: Quiero programas de cotilleo, ¡no me importa el existencialismo! Ni tampoco lo que postule un señor que lleva 2.000 años muerto en un libro lleno de polvo. La humanidad ha perdido completamente el norte, ¿San Valentín? Antes era uno de los días de mayor consumo del año, donde uno podía demostrar lo mucho que quería a su mujer con un regalo más caro que el de su otro amante, ¿y ahora? Ahora es un pitorreo para enamorados. ¡Vente conmigo! ¡Ven conmigo Amparo!

Amparo: Pero… ¿A dónde iremos? No tenemos trabajo.

Pablo: Supliremos esos pequeños detalles con nuestro amor.

Amparo: ¿Y cómo nos alimentaremos?

Pablo: Con amor.

Amparo: Pero acabas de decirme que no crees en esas cosas.

Pablo: No te preocupes por eso. Mira esto, es un folleto sobre nuestro destino: España.

Allí no importa la cultura, la gente no trabaja y la incongruencia es el modus operandi de la clase política. Además no hay atisbo de mejora en el horizonte, ¡es un paraíso!

Amparo: No lo veo claro…

Pablo: No te preocupes por nada, tengo un amigo que estudió conmigo en el colegio y es el presidente del gobierno. ¡Imagínate lo lejos qué puedo llegar! Yo sí tengo el graduado escolar.

Comentarios

  1. Jajaja, Gin, me has hecho reir muchoo! Pero de seguro que la pareja protagonista de tu relato tampoco vivía en Argentina... y hubieran elegido el mismo lugar para habitar!
    Tan lejos, pero tan iguales!!!
    Te mando un besazo, y buena semana!

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  2. ¡Que viva Españaaaaa! Con la buena pinta que tenía todo hace unos añitos... Jorrrrr!! Se hunde la flota. Una abraçada.

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El Jes Extender es el opio del pueblo.
Al salir cierra la puerta que se escapa el gato.

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