Una zarigüeya nunca es suficiente.
Un cliente baja a la recepción de un hotel para mostrar su queja sobre un incidente que ha tenido lugar...
Valdo V. Vázquez: (Tocando el timbre de la recepción) ¡Oiga! ¡Oiga!
Recepcionista: Dígame caballero.
Valdo V. Vázquez: Tengo una queja, hay una zarigüeya en mi habitación y yo había pedido dos.
Recepcionista: Lo lamento caballero, pero el hotel no está relacionado con ese tipo de política. Si quiere puedo cambiarlo de habitación.
Valdo V. Vázquez: Está bien.
Recepcionista: ¿Quiere una habitación con vistas?
Valdo V. Vázquez: Prefiero que tenga conversación, ¿Qué puede decirme de aquella? (señalando)
Recepcionista: Eso es un cuadro.
Valdo V. Vázquez: Me está sacando de mis casillas, ¿dónde está mi caviar?
Recepcionista: ¿Caviar?
Valdo V. Vázquez: ¿Quién ha dicho caviar? (Acercándose al recepcionista) Escúcheme, James Stewart nos está observando desde la ventana, no hay tiempo que perder.
Recepcionista: ¿Cómo?
Valdo V. Vázquez: ¡No levante la mirada! Él nos observa, tiene un esguince cervical y se dedica a destapar conspiraciones y akelarres desde su ventana. Tiene que darme la habitación cinco estrellas del ático.
Recepcionista: ¿Está usted loco? Si no se marcha ahora mismo llamaré a la policía.
Valdo V. Vázquez: Usted lo ha querido así.
En ese instante entra un hombre en la recepción y se dirige al recepcionista.
Irving Ger: Buenos días. Peletera Golderg. Tengo una habitación reservada.
Valdo V. Vázquez: ¿Peletera Golderg?
Irving Ger: Sí, a su disposición.
Valdo V. Vázquez: Resulta que hace un par de días compré un abrigo en su tienda.
Irving Ger: ¿Y?
Valdo V. Vázquez: Pues que solo tiene una zarigüeya.
Debe parecer que me ha tocado la lotería. Llevo ya varios segundos con una sonrisa y las manos llevadas a la cabeza.
ResponderEliminarLo que no entiendo es cómo, con las manos así, estoy pudiendo escribir esto. (Tengo una zarigüeya amaestrada que lo hace por mí; ¿No será la que hecha de menos el abrigo?)
Yo le preguntaría a Jimmy seguro que la indiscreción de la ventana le ha permitido descubrir que la zarigüeya no sólo cobra comisiones por hacerse la muerta , sino que se gana sus horas extras cumpliendo rigurosamente con el servicio de habitaciones. Un abrazo.
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