Capitalismo: Se me cae el moco, creo que estoy resfriado.
Subsistencia: Yo estoy enfermo, me lo habrás pegado tú.
Capitalismo: Eso es imposible, nos acabamos de conocer.
Subsistencia: ¿Acabamos? Llevo toda la vida trabajando para tí.
Capitalismo: Pues no me suena tu cara.
Subsistencia: Parece que hay una ventana abierta,
siento el vientecillo de la libertad.
Capitalismo: ¡No te pongas en las corrientes! No me extraña
que estés enfermo.
Subsistencia: ¿Seguro? He sentido un cierto alivio.
Capitalismo: Pero bueno... ¿A quién vas a hacer caso? ¿A tu
sistema nervioso o a mis necesidades?
Subsistencia: Pues creo...
Capitalismo: (Llevando su brazo por encima del hombro de Subsistencia)
¡No hace falta que creas!
De verdad que no es necesario, tan solo déjame que te guíe.
Subsistencia: ¿Seguro? Pero bueno, necesito algo
para quitarme esta enfermedad de encima.
Capitalismo: El trabajo dignifica y cura el espíritu, ¿nunca lo habías escuhado?
Subsistencia: Ya trabajo, por turno de doce horas. Y créame,
empiezo a duda que esto sea digno.
Capitalismo: Creer, pensar, ¡son términos innecesarios!
¿Has dicho turnos de doce horas?
Subsistencia: Sí.
Capitalismo: ¿Y qué haces el resto del día?
Subsistencia: Pues básicamente malvivir, llevo casi dos años enfermo.
Capitalismo: ¿Te gustan los trucos de magia?
Subsistencia: (tosiendo) Claro.
Capitalismo: (saca una bolsa de su bolsillo) ¿Ves esta bolsa?
Subsistencia: Sí.
Capitalismo: Está vacía, ¿lo ves?
Subsistencia: Sí, lo veo.
Capitalismo: Pues el truco es simple, tienes que meter en esta bolsa
tus sueños, tus vida, y por supuesto tu dinero.
Subsistencia: Ya.
Capitalismo: Perfecto.
Subsistencia: ¿Y el truco?
Capitalismo: ¿Qué truco? Me tengo que marchar,
estaremos en contacto, no te preocupes.
Subsistencia: Pero...
Capitalismo: ¡Mira! Se acerca alguien por allí. Hasta luego.
Capitalismo se marcha y un tercer hombre se acerca a Subsistencia.
Subsistencia: Hola, ¿qué-
Dictadura: (sacando una bolsa de su bolsillo) ¡Silencio!
¿¡A qué te gustan los trucos de magia!?
Muy gráfico. Me gusta
ResponderEliminarGenial, como de costumbre.
ResponderEliminarHas encontrado el punto justo donde poder empezar a reirte de la propia desgracia. Acertado, real y tristemente divertido
ResponderEliminarMordaz y directo. Menos mal que tenemos la crítica y el humor para cuestionar lo establecido. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminar