Mousse de desencanto.




-Llevaba unas semanas sin abrir el buzón y cuando me dispuse a retirar la llave de la cerradura las cartas cayeron al suelo como la nieve de un desfiladero en un concierto de los tres tenores. Sobre toda la publicidad, notas de mi casero y otras cartas hubo un sobre que llamó poderosamente mi atención. Tras doblar mi espalda como una bisagra de principios de siglo tomé el sobre y lo abrí.


“Querido Martín, te escribo esta carta para decirte que vas a dejar de ser mi amante interino. El proceso de selección ha terminado y nos has pasado la criba”


Lo primero que vino a mi cabeza fue la duda de quién era ese supuesto Martín, no tenía ni idea de quien podría protagonizar un polígono amoroso de ese calibre, pero... Creo que tampoco me interesa. Continué ojeando el taco de misivas y entre ellas asomaba la cabeza un pico de color negro y rojo que adelantaba a los demás ante mis ojos. Agarré el saliente y tiré de él hasta hacerlo visible a mi curiosidad. Era una invitación para acudir a la presentación de la colección pictórica de

Alfredo Rinegbarg, el mejor pintor surrealista de la ciudad.

Y debido a eso me encuentro vestido con mi chaqueta de pana, mis mejores botas y la misma cara a medio afeitar que veo todos los días en el espejo. Costaba cierto trabajo moverse por el lugar, era mucha la gente que se había congregado y se me hacía eterno llegar hasta la barra donde me espera la libertad de mi ron. Al poco de estar haciendo la estatua sobre la barra vi como una figura a la última moda de acercaba hacía mí con un rumbo fijo y constante. Sin ninguna duda tendría una charla con Bart Legerfard, aguja destacada entre todos los estuches.


Bart: Pensaba que no ibas a venir.


Yo: Pues aquí me tienes.


Bart: Ya veo, sin perder las costumbres.


Bart: ¿Cómo te atreves a venir con esa ropa a esta fiesta? ¡Está súper fiesta! No falta ni una sola personalidad del mundo intelectual.


Yo: Revolucionas el mundo de la moda cada seis meses y utilizas el mismo tipo de cuello de camisa desde que te conozco, ¿cuánto hace de eso? ¿Diez años?


Bart: Nunca lo comprenderías. Sabes... Cada viernes visito al terapeuta. Me dice que no me quiero lo suficiente.


Yo: Eso no me lo creo, tienes pinta de quererte varias veces al día.


Bart: No te burles de mí.


Yo: Estás muy estresado, deberías buscarte una novia. O un novio. O con lo que demonios te aparees.


Bart: ¿Cómo dices?


Yo: Últimamente abusas mucho del borreguito, eso da que pensar.


Bart: (Esquivando el comentario con un movimiento de cabeza) ¿Cómo va tu libro?


Yo: En proceso.


El diálogo se rompe con la entrada de otra persona en el rango de visión de Bart, las musas se lo llevan entre las nubes hacía el efebo de moda que inspirará su vida hasta el comienzo de sus nuevos días, hasta que el otoño vuelva a llamar a su puerta. Mientras tanto me aproximo a los cuadros y no dejó de pensar que el surrealismo le viene como anillo al dedo al autor, aún no me puedo creer que eso sea un cuadro.



- 200 gramos de galletas maría.

- 200 gramos de manteca.

- 100 gramos de azúcar.

- 2 cucharadas de jugo de limón.

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