El conejo, la ferretería y el tipo despistado
Un tipo busca una ferretería por el bosque
-Buenos días,
¿tendría usted una caja de tornillos?
-Pues mire... lo
cierto es que no. No sé si se ha fijado, esto es una madriguera y
yo soy un conejo.
-¿Entonces no es
una ferretería?
-No, antes fue
una tienda de cigarrillos electrónicos pero un virus transmitido por
el e-ncendedor acabó con toda la clientela.
-Comprendo,
¿entonces no tendrá unos tornillos?
-Lo siento,
quizás si pregunta en el panal...
-¿Alguna vez le
han dicho que se parece a Alfonso X?
-Sí, soy un
conejo con muy buena planta. Si no es mucho preguntar... ¿para que
quiere los tornillos?
-Voy a montar una
empresa y los necesito para una de las estanterías.
-Vaya, ¿podría
darle mi currículum? Resulta que esta misma semana terminé un
curso de ofimática y necesito trabajar. Tengo que darle de comer a
una camada de gazapos y a mi señora, además tengo a la cuñada en
casa con sus gazapos. Treinta y cuatro en la madriguera.
-Claro, démelo.
-Aquí tiene.
El hombre ojea el currículum. También se rasca la pantorrilla. La ensalada César está deliciosa.
-¿¡Fermín!?
¿¡De la escuela de paracaidistas de Alcantarilla!?
-El mismo... un
momento... ¿¡Antonio!?
-¡Fermín X El
Sabio!
Tras múltiples abrazos y
recordatorios de años de parranda el hombre y el conejo acabaron de
copas en un local del bosque, “El hidromiel”. El hombre murió
de mixomatosis.
El conejo nunca fue el
mismo, terminó montando una empresa de ofimática.
Su gazapo primogénito
montó una ferretería.
¡Y consigues hacerme pensar y todo con esta historia surrealista! Qué bueno eres...
ResponderEliminarGracias, Salvador. El conejo tiene un toque dado...
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