Una noche en el museo.

Hola, mi nombre es Pablo Tambor y soy vigilante de seguridad del museo de “Filosofía, letras y macramé”, el nombre del museo suscitó una gran polémica en los primeros meses de vida de las instalaciones, pero con el paso del tiempo la gente fue aceptando la asociación de la Filosofía con las letras. Hace poco que comencé con este trabajo, mi familia y mi padre insistían en que mi porvenir debería estar definido por un puesto en la corte suprema, con coche de lujo y casa de dos plantas, que mi potencial me permitía acceder a ese tipo de vida. Sin embargo yo me encuentro cómodo en mi puesto y no lo cambiaría por nada del mundo, bueno... quizás por nada de la sección de electrodomésticos de “El Corte Inglés”. Porque mi trabajo tiene sus fallos, como el sueldo, o ese maldito jubilado que se cree un abejorro y aparece atraído por el color de mi traje; pero bueno, este museo está lleno de grandes personalidades y sus correspondientes aportaciones al mundo. Al principio de la exposición se pueden observar las estatuas de Sócrates, Aristóteles y Platón, intentaron formar un grupo de punk-rock, pero el proyecto se vino abajo cuando Sócrates se percató de la distancia espacio temporal que los separaba, así que decidieron disertar sobre el pensamiento humano y el de algunos tipos. Otro de los fallos de mi trabajo es que nunca podré ganar un premio Nobel, eso tiene que ser increíble. Entrar en una discoteca y que todas las mujeres te miren de arriba abajo sin sentir asco debe ser una sensación indescriptible, por eso no la puedo describir. Además estoy seguro de que me ganaría el respeto de toda la sociedad, aparecería en la televisión a diario y podría asistir como contertulio a grandes programas matinales, sería toda una estrella. Superaría a grandes personalidades como Freidiridirich Libingüister y una K, que investigó durante veinte años la forma adecuada de pronunciar su nombre y apellido, pero nunca logró abrir la puerta de su laboratorio, con lo cual se tuvo que conformar con aprender claqué en el recibidor, no hizo carrera como científico, pero fue recordado como un pizpireto bailarín que se hizo con el corazón de todos y después los vendió en el mercado negro de órganos, gran persona Freidiridirich Libingüister y una K. Y bueno, casi son las ocho, me voy a comprar una Fanta al súper. Esta tarde querría buscar un rumbo a mi alma que ando un poco distraído con las faldas de una compañera, el zénit que busca mi ser. Saludos compañeros.

Comentarios

  1. Un gran trabajo, honrado, sí señor. Quizá Pablo podría, como pequeño hobby, crear una banda de rock con Kurt Cobain y Ian Curtis, aunque quizá se diera cuenta de que les separa cierto espacio temporal.
    Respecto a lo del premio Nobel...es complicado ganarse el respeto de toda la sociedad. Mejor ganar el concurso pelo Pantene, o el último gran hermano...menos prestigioso, pero más eficaz. Pero bueno, quizá Pablo es un poco ingenuo e idealista, y de un mundo cultureta que se le escapa pero que respeta...nosé, quizá tu le conozcas mejor.
    Estas más que enlazado...

    me voy a comprar una Fanta al súper!!

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  2. Puah! Después de leer esto, he podido averiguar de quién es la chaveta con la que me he tropezado hace unos minutos.

    Vaya ida de olla; incrédiblol. (Los garbanzos los tienes desparramaíllos, pobrecicos. Por favor, no tardes mucho en volver a tu fogón, que tienes que seguir cocinándonos otro delicatessen de éstos ¿eh?)

    Saludaciones del de las PARID OF DE DEY.

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El Jes Extender es el opio del pueblo.
Al salir cierra la puerta que se escapa el gato.

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