Ectasy of gold.

El día se había abierto de par en par para castigarnos con su luz cegadora en una calurosa mañana de verano, el rio se escapaba entre nuestros pies y nuestra voluntad se zarandeaba al ritmo que el tamiz permitía el paso de la tierra para adueñarse por unos instantes de nuestra riqueza, sí, mi vida estaba ligada al búsqueda del oro, la fiebre del metal dorado.

Cerca de mi posición se encontraban los Douglas, unos hermanos siameses que trabajaban a destajo en la búsqueda del metal; hasta que uno de ellos se convirtió en autónomo y quiso montar un negocio por su propia cuenta, pero el negocio no le fue bien. Quizás influyese el hecho de tener la oficina en mitad del río no era un buen reclamo para los compradores, aunque también fuese decisivo el hecho de que faltaban varios siglos para la invención de los calvos, así que los tónicos milagrosos aún no eran necesarios.

Cada vez que encontraba una porción de oro bajaba al pueblo que estaba junto al valle para cobrarme el precio de la pieza. El establecimiento encargado de eso era la joyería del viejo y desdentado Joe, sólo tenía dos dientes, uno le llevaba la contabilidad y el otro estaba al tanto del precio del oro en la región, desde que perdió el premolar que le limpiaba el lugar la joyería esté un poco descuidada. Una vez que cobraba solía dirigirme al salón, ponen un wiskey excelente en ese lugar, aunque Mortimor, el camarero del lugar, cambió el platito de frutos secos por un señor de mediana edad con tendencias socialistas que no paraba de hablar mal de la reforma laboral de la región. Cuando puedo ver la barra del bar en el fondo de mi vaso suelo dejar el lugar para dirigirme a mi casa a descansar un poco. Quizás no gane mucho dinero, ni de forma continua, pero mi trabajo de da la libertad de poder trabajar en plena naturaleza, rodeado de osos, lobos y felinos de gran tamaño, unas doces horas al día y con el único armamento de mi viejo rifle… Seguro que en el futuro el empleo será fácil de encontrar, bien remunerado y habrá mucha estabilidad…

Comentarios

  1. La desvergonzada ambición de los siameses Douglas terminó por arruinarlo todo, espero que haya recolectados varias de esas relucientes pepitas como para saborear el mejor de los whiskies ofrecidos en el salón. Tenga usted mucha precaución con los felinos, se suelen quedar con sus fortunas.

    Saludos cordiales.

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  2. Toda una visión futurista! Un enpleo fácil de encontrar, bien remunerado y con estabilidad...O una utopía más...??
    Genial Gincrispi, aunque adhiero al comentario del Baron: en estas epocas son solo los felinos los que manejan las grandes fortunas de quienes las amasan..
    Saludos desde aquiiii..

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El Jes Extender es el opio del pueblo.
Al salir cierra la puerta que se escapa el gato.

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